Dicen que este yate, valorado en alrededor de un millón de dólares, perteneció a algún millonario de los países árabes. Las autoridades de las Bahamas (donde encalló) ordenaron destruirlo (vetu… ve tú a saber porqué), y con un par de “palas mecánicas” lo hicieron trizas “en un dos por tres”.
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