Los escasos cursos de agua que se abren paso por estos desolados secarrales que se extienden hasta el infinito explotan de verdor y vida en sus riberas, y junto a las tierras cultivadas crecen pequeños poblados caracterizados por una arquitectura de gran originalidad y remota tradición, que hace uso del barro como principal materia prima para sus edificios y fortificaciones.
Vía:fotoaleph.com
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